Muchos
piensan que la universidad y etapas más avanzadas de nuestra
vida cosas como que “te molesten en la escuela” o bullying, simplemente
no pasan; que somos maduros, tolerantes y con intereses y responsabilidades más apremiantes
que acosar al prójimo para sentirnos mejor o más importantes. Un estudio
realizado por Mark Chapell, Diane Cassey, Carmen de la Cruz, entre otros
colaboradores y publicado en un diario estadounidense, demuestra que no es así.
Mientras
estos expertos afirman que, efectivamente, la intensidad y frecuencia del bullying
es menor en cuanto mayor es el grado escolar o la edad de los sujetos,
este fenómeno no es ajeno incluso al lugar de trabajo, sin embargo presenta
algunas variaciones. ¿Mejor o peor? Eso depende de si eres bully o es a
ti al que le aplican este tratamiento.
Se
tomó como base la definición de bullying manejada por Olweus, un estudioso
noruego que se dedicó a observar esta conducta en chicos de escuelas secundarias desde aproximadamente los
años 70. Olweus dice que “se trata de un comportamiento agresivo o hiriente e
intencional que se lleva a cabo en repetidas ocasiones y a través del tiempo,
en una relación interpersonal caracterizada por un desequilibrio de poder”.
Según
este mismo, la intimidación puede darse en tres formas de “acciones
negativas" perpetradas por los estudiantes: ataques verbales, ataques físicos
y de manera más indirecta, por métodos psicológicos (como deliberadamente
excluir a un estudiante de una grupo social, etc.).
Estos
investigadores obtuvieron resultados de una muestra de estudiantes
considerable, provenientes de etnias, trasfondos sociales y familiares variados
(aunque aquí el predominante es que los estudiantes provenían de familias
estables) que contestaron cuestionarios sobre ser sometido y aplicar el
bullying. Aquí, también se incluyó a maestros como individuos con mayor
poder que la víctima, pues en el nivel universitario se ha observado que estos
también son bullies.
El
alarmante resultado de los estudios mostró que más del 60% de los estudiantes
han observado a un estudiante ser molestado por otro, y más del 44% ha visto a
un maestro atacar de este modo a uno de sus alumnos. Más del 6% de los
estudiantes reportaron haber sido atacados por un estudiante, ocasional o muy
frecuentemente y casi 5%, reporta haber sido víctima de este abuso por un
profesor de manera ocasional o frecuente, mientras 5% de los estudiantes
asegura que han sometido a sus compañeros al bullying aunque sea una
vez.
Otros
datos interesantes desprendidos de este estudio confirman que la mayor cantidad
de abusos bullying ocurre en la escuela secundaria y que los hombres son
más propensos a esta práctica que las mujeres; además, el abuso físico es más
recurrente en chicos, mientras que las niñas y mujeres prefieren recurrir a
insultos y abusos psicológicos. El grado del daño infringido en los sujetos,
las secuelas físicas o psicológicas de estos abusos no fueron evaluados, aunque
las encuestan arrojan que los jóvenes victimizados no disfrutan del abuso y se
apenan al tener que hablar sobre ello.
Lo
que sí se corroboró es que una vez que el bully se gradúa de preparatoria
y universidad, es probable que siga haciéndolo en etapas posteriores y que este
sujeto, muy probablemente, fue víctima de maltrato por parte de compañeros o
maestros que le han servido de modelo a seguir o de “incubadora para
desquitarse”. A esto se debe la razón de los “vengadores de la clase”, aquellos
que disparan a sus compañeros en venganza por agresiones pasadas o alumnos
suicidas, según el estudio efectuado en Estados Unidos, National Household
Education Survey.
Cabe
añadir que como consecuencias de la nueva era digital y de nuevo, el cambio de
las sociedades, otro tipo de bullying ha surgido: el llamado cyberbullying,
que consiste en herir a una persona a través de mensajes ofensivos por Internet y otros medios electrónicos. El cyberbullying puede implicar desde
ofender al individuo por medio de mensajes o aislarlo de un grupo social en
internet, hasta quebrantar alguna cuenta de internet de la víctima para borrar
o fingir aspectos de su identidad. Esto, tristemente, también se da en adultos económicamente
activos.
En
lo que todos estos estudios coinciden es que muy pocas veces alguien ha hecho
algo para evitar que un compañero sea sometido a cualquiera de los abusos
mencionados y que muchos teman mencionar su situación o defenderse de ella, por
temor a empeorar la situación. En resumen, el bullying está presente en
la universidad y en la edad adulta, y con una frecuencia en aumento que atrae
la atención de estos investigadores.
¿Qué
hacer para evitarlo? Los estudios no lo mencionan, pero dada la variedad de
psicologías y subjetividades en los individuos el método dependerá de cada uno.
En cuanto al perpetrador, hay una esperanza para los abusados, ya que estos
estudios sí demuestran que aunque se vea lejano el resultado, las chicas
pesadas y los deportistas golpeadores sí terminan mal; en la cárcel, en empleos
poco satisfactorios y relaciones destructivas.
Así
que la chica que no es tan bonita pero que convence a los demás de aislarte o
aquel que no es la gran cosa pero se encarga de rebajar a otros, no sólo
existen en las películas, pero sí como en ellas, tienen problemas que quizás
jamás solucionarán. ¿Y tú, eres de los que siguen con su vida o de los
traumados?,
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